Desde principios de 2020, las temperaturas en Europa están siendo más calurosas de lo normal. En gran parte de Francia y numerosas regiones cercanas al Mar Báltico, Mar del Norte y Europa del Este. El periodo desde el 1 de enero hasta el 10 de febrero ha sido el más cálido registrado por la Comisión Europea (CE) desde el año 1979, según su boletín del estado de las cosechas (MARS).

 

Estas cálidas temperaturas están provocando que la tolerancia a las heladas de los cereales de invierno sea más baja de no normal en Alemania, Polonia, las Islas Británicas, Países Bálticos, sur de Escandinavia, Balcanes, Ucrania y el suroeste de Rusia. En muchas de estas regiones, el nivel de dureza invernal es ahora todavía más bajo que el recogido en el boletín MARS de enero. Esto propicia el riesgo de daños en los cultivos en caso de una intrusión de aire frío.

 

En la mitad norte de la Península Ibérica y en las regiones mediterráneas, a las condiciones más calurosas de lo habitual hay que añadir el déficit de precipitaciones. En Rumanía, la sequía informada en el boletín de enero, fue paliada por las lluvias de finales de enero. Sin embargo, en otras zonas como el sur de Ucrania, la precipitación fue insuficiente para paliar el déficit acumulado.

 

Así mismo, en el sur de Italia y Grecia, el pronóstico pluviométrico para la próxima semana no era suficiente para contrarrestar el déficit invernal. En numerosas regiones afectadas no habrá un impacto directo en los cultivos, pero se necesitarán precipitaciones superiores a la media, al final de invierno y principios de primavera, para mantener el crecimiento óptimo de los cereales de invierno.

 

Sin embargo, en zonas de Marruecos central y Argelia occidental, el actual déficit de lluvia está empezando a afectar a la acumulación de biomasa de trigo.

 

En cambio, en Irlanda del Norte y el oeste de Escocia, ha habido una precipitación excelente para el periodo en general.