16 países y 18 instituciones científicas participan en un proyecto europeo de investigación que intenta encontrar los factores que puedan facilitar una mejor adaptación del trigo y la cebada a condiciones de sequía.

El proyecto, llamado Activated Genebank Network (Agent), da cabida a un gran número de países de la Unión Europea pero también a extracomunitarios como Suiza, Israel y Reino Unido.

España participa a través del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y aporta una colección de 500 variedades de trigo blando.

Cada país aporta sus variedades tradicionales para evaluar la agrobiodiversidad europea y en total se analizan 6.700 variedades de trigo y 5.200 de cebada, explica la investigadora del INIA-CSIC, Cristina Nieto.

El ensayo de tolerancia a la sequía en España lo lidera la investigadora Magdalena Ruiz y se desarrolla en una finca propiedad del INIA situada en Alcalá de Henares (Madrid), donde se evalúan 300 variedades de trigo de primavera extraídos de todos los aportes de los países.

Esas mismas variedades de trigo, se estudian también en Italia debido a las condiciones climáticas similares que comparten estos dos países, apunta Nieto, que participa también en el programa europeo Recrop, que plantea la resistencia de los cultivos ante el cambio climático.

«Se hace un ensayo grande de campo con dos réplicas: una parte se le riega y la otra no. Y se toman diversos datos para ver cómo esas variedades propias del sur de Europa responden a la sequía», ha explicado Nieto.

El objetivo principal es ver cómo responden aquellas variedades que son tradicionales de cada lugar, las que fueron cultivadas por los agricultores durante cientos de años antes de que se impusieran las variedades más productivas, comenta la experta.

«De lo que se trata con estos experimentos es de, a partir de la variabilidad genética de estas de estas variedades tradicionales, que es mucha, conseguir averiguar qué factores o qué genes y en qué regiones están confiriendo a la planta una tolerancia a la sequía«, ha expresado Cristina.

El resto de países participantes hace lo mismo con sus variedades, de forma que se puedan «poner en común todos los recursos fitogenéticos de los bancos de semillas Europa» y realizar otras actividades como «caracterizar molecularmente todas las colecciones de trigo», ha abundado la científica.

Hallar estos genes puede ayudar a las variedades comerciales, a ser más resistentes a la falta de agua.

No obstante, en otro ensayo diferente dentro del mismo proyecto se analizan 50 variedades de trigo comerciales de primavera y 50 de invierno que se siembran en toda Europa y que en los tres últimos años ha servido para tomar datos de fenotipado que ayuden a definir los distintos ambientes europeos, ha destacado la Nieto.

Este es el cuarto año que se lleva a cabo la investigación aunque no se espera poder tener resultados hasta 2025, debido a las muchas repeticiones que se hacen y la elevada cantidad de variedades con las que se trabaja, ha concluido la investigadora.

Fuente: EFEAgro